Primer Encuentro con ADOPTARTE
Disponibilidad adoptiva
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Presentación de CITAA.
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Presentación de la temática a desarrollar.
¿Qué hablamos cuando hablamos de “DISPONIBILIDAD ADOPTIVA”?
Luego de que un sujeto ha atravesado la elaboración psíquica de decidir ser padre por adopción, se topa con el primero de varios actos burocráticos que debe transitar en el proceso adoptivo. En tanto que, en primer lugar se encuentra con el formulario de inscripción que es necesario completar para ingresar al Registro Único de Aspirantes a Guardas con Fines de Adopción.
Consideramos que éste hecho (completar el formulario de inscripción), se puede subdividir en dos momentos de un mismo acto jurídico. Es decir, una primera instancia implica volcar los datos personales y filiatorios. Podríamos decir, a priori, que esto no conllevaría un gran compromiso para quien lo realiza, ni lo moviliza subjetivamente ya que se considera como “algo cotidiano al momento de hacer trámites”. En cuanto, a la segunda parte del formulario, el apartado de la disponibilidad adoptiva, se ponen en juego ciertos movimientos psíquicos que vehiculizan ansiedades, miedos y expectativas, dado que es el primer paso en el que el o los pretensos adoptantes deben exteriorizar la idea, deseo, expectativa, que tienen de su capacidad de dar respuesta a su futuro hijo.
¿De qué hablamos exactamente cuando hablamos de disponibilidad?
“Se denomina disponibilidad a la posibilidad de una cosa o persona de estar presente cuando se la necesita. La disponibilidad remite a esta presencia funcional que hace posible dar respuestas, resolver problemas, o meramente proporcionar una ayuda limitada. Así, puede decirse que un determinado producto se encuentra disponible para su venta, que un asesor se encuentra disponible para atender dudas, que una herramienta se encuentra disponible para ser usada, etc. Otro ejemplo podría mostrarlo el hecho de que una madre se encuentre disponible para atender a su hijo. Todas estas ejemplificaciones dan cuenta de la posibilidad de contar con algo o con alguien para la resolución de una cuestión, para la obtención de un beneficio, para el apoyo a nivel operativo, etc.
Cuando algo o alguien se encuentran indisponibles, se hace referencia a su incapacidad de estar presente para brindar una ayuda cuando se lo necesita, o simplemente para tener algún tipo de actividad que lo incorpore. Es por ello que de alguna manera la indisponibilidad connota ausencia, aunque de facto esa cosa o persona se encuentre presente: su ausencia debe referirse a un nivel funcional.
Todo lo expuesto da cuenta de que el concepto de disponibilidad se relaciona con la capacidad operativa de algo para llevar a buen término una determinada actividad. Independientemente de que algo o alguien se encuentren materialmente presente, la disponibilidad solo puede garantizarse cuando se tiene una presencia a nivel funcional, una posibilidad de servirse de aquello para lo que esa persona o cosa suele servir o generar valor”.
Podemos situar tres aspectos a tener en cuenta en relación a la disponibilidad adoptiva:
- la edad del niño,
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la aceptación de un grupo de hermanos, y
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la aceptación de algún niño con patología.
Creemos que es fundamental en éste aspecto, un profundo trabajo de autoconocimiento (características de personalidad, capacidad de tolerancia a la frustración, mecanismos de defensas, etc.) y elaboración de la propia historia como hijos en el medio sociocultural en el cual se estuvo y se está inserto (modelo “parental” vivido y “exigido” por la cultura y la sociedad en un determinado momento histórico).
Esta cuestión permitirá tomar una decisión fundada, no en preconceptos o creencias que pudieran provenir de la experiencia de personas que hayan adoptado previamente, sino en un proceso subjetivo de construcción incipiente de la función parental. La construcción de la función parental inicia su recorrido con el lugar psíquico para ese hijo y continúa su proceso con el otro, con el hijo real, distinto de uno. Conocernos, conocer nuestra historia y elaborarla permitirá brindar la más amplia disponibilidad.
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La edad del niño
Ahora bien, como fue planteado con anterioridad el primer interrogante que nos topamos en el apartado de disponibilidad adoptiva, es el de la EDAD con una variante que marca un “Desde…” a un “…hasta.”. Pensar el deber de escribir en este sitio un dato numérico, nos lleva a repensar el desarrollo evolutivo infanto juvenil del niño que se encuentra en medida de adoptabilidad. Así desde la metapsicología el desarrollo evolutivo del niño es diferenciado a partir de ciertos periodos que atraviesa el niño en su vivenciar. Periodos evolutivos: No es lo mismo un niño que se encuentra transitando el periodo de latencia, a un niño que esta por ingresar a la pubertad, así tampoco un joven cursando su periodo adolescente. Asimismo las conductas, sus pensamientos, sus hábitos lúdicos, y su proceso cognitivo podría no ser el mismo en cualquiera de estas etapas, sin embargo no dejan de ser niños, niñas y/o adolescente en un periodo de construcción psíquica constante. Por tanto son niños y necesitan de un adulto responsable de su crianza, de un amparo, el sostén, la protección, el cuidado de los adultos significativos para construirse como sujetos. Un niño es al comienzo de su vida un ser dependiente y en estado de vulnerabilidad, necesita para su desarrollo psico-fisico de un “ambiente facilitador” para desplegar su potencial de vida, como dice Winnicott.
Así en lo real nos encontramos con pretensos adoptantes que desean adoptar un bebe para poder compartir la primera experiencia de la crianza del niño; suelen decir: “es más manejable”, “se hace a nosotros”, “es más fácil comenzar juntos desde el principio”. Otros prefieren adoptar niños más grandes y suele escucharse: “es mejor porque ya entienden”, “ya no es complicado hablarle de su adopción”, “se puede compartir más cosas”, “es más fácil la comunicación”. Consideramos que se puede hacer el cambio de elección de bebe a niños grandes, pero este cambio de elección no debe venir de la mano de una cuestión jurídica (es más posible el proyecto de adopción en niños mayores), ya que esta decisión no les permite elaborar sus propios deseos y quedan sometidos a la decisión judicial; sino desde una elaboración psíquica atravesada por un proceso de duelo, así como la decisión de adoptar muchas veces requiere un duelo por el hijo biológico que no pudo concretarse y construir un nuevo deseo del hijo adoptivo, también la renuncia a la crianza temprana (bebes) requiere de un proceso elaborativo. Como expresa Liliana Rosa Fernández en el libro “Adopción para padres” de Eva Giberti “… si esto no sucede se realiza una adopción -de segunda, por descarte- y quedan colocados en un lugar desvalorizados, tanto el niño como ellos como padres”.
Es real que en niños mayores el lenguaje ocupa un lugar predominante, son niños que en su mayoría traen una historia de abuso, maltrato, antecedentes de enfermedades psiquiátricas de los padres biológicos, hábitos y costumbres difícil de cambiar. Pero este vínculo se construye cuando hay un espacio para el “deseo de hijo”.
Ambos, tanto niño como padres, atravesaran diferentes sensaciones: se sentirán ansiosos, vulnerables, sensibles y angustiados frente a lo nuevo y desconocido, sentimientos ambivalentes necesarios para la construcción de familia.
Como equipo apostamos a que este proceso elaborativo se construye a través de un dispositivo terapéutico acorde a cada sujeto, familia o niño, donde es posible abrir nuevos caminos para repensar “el lugar de hijo”.
Si hay “deseo de padre” hay “deseo de hijo” a cual poder ahijar.
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Adopción de grupo de hermanos
Al hablar de disponibilidad adoptiva, situamos tres puntos que nos parecen no deben pasar desapercibidos. Uno de ellos es la adopción de grupos de hermanos.
Es usual escuchar que en Hogares de Niños hay hermanos en situación de adoptabilidad o en vías a estar en dicha situación, también escuchamos recurrentemente que esos pequeños suelen pasar mucho tiempo en los hogares porque es difícil que haya personas o matrimonios que quieran (“que se animen al desafío” o “que se embarquen en la aventura”) de adoptar más de un niño. Las estadísticas nos cuentan que los niños entre 1 y 6 años, y los grupos de hermanos, constituyen un “perfil adoptivo” al que muchos de los aspirantes a guardas rehúyen. Así mismo, sólo un 75% de los inscriptos, decide adoptar a dos o más niños que sean hermanos. (Revisar éste dato con lo que tienen los chicos, para decir todos lo mismo)
Pensando en aquello que llevó a estos hermanos a estar en situación de adoptabilidad, podemos hipotetizar que su familia biológica (nos referimos, a los adultos responsables a su alrededor) no han contado con ciertos recursos que funcionen como un sostén para éstos niños, y esto lleva a que muchas veces, son los mismos niños quienes cuidan y “sostienen” a sus hermanos. Ellos traen consigo una historia de rearmarse, de recomponerse ante aquello que han vivido, es por ello que es esperable que al momento de conocer, y elegir (o elegirse con) a quienes pretenden formar una familia con ellos, todos su escudos y defensas estén erigidos, lo más alto posible con el fin de evitar sufrir. Eva Rotemberg afirma que “el vínculo es tan básico como los genes”, y con esto nos quiere decir que nuestra carga biológica (o genética) es tan importante y constitutiva como lo son las relaciones emocionales más significativas, sólo que hay que tomarse el tiempo para construir esos vínculos.
Es decir, que la decisión de adoptar a un grupo de hermanos, sean 2, 3, o 4 niños comporta en quienes piensen hacerlo un gran desafío, que tiene que ver en principio, con una elaboración de la propia historia para poder llevar la situación sin que ella implique un colapso (“sin que nos sobrepase”), y en segundo lugar, el desafío de pasar de ser 1 o 2 (un matrimonio, por ejemplo) a pasar a ser 4 o 5. Las convivencias no son fáciles, pero tampoco son imposibles. Con paciencia y amor, la adaptación de unos a otros se hace presente.
Es importante también destacar, lo que nos dice el nuevo Código Civil y Comercial en su artículo 595. Estos son los Principios Generales respecto a la adopción. Entre sus puntos, hay tres que pueden considerarse en estrecha relación.
A saber:
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El respeto por el derecho a la identidad.
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La preservación de los vínculos fraternos, priorizándose la adopción de grupos de hermanos en la misma familia adoptiva o, en su defecto, el mantenimiento de vínculos jurídicos entre hermanos, excepto razones debidamente fundadas.
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El derecho a conocer los orígenes.
Están íntimamente relacionados, en tanto y en cuanto, para un niño sus hermanos son parte de su familia de origen y por ende de su identidad, de su historia.
Hay que prestar especial atención a esto, ya que la separación o la interrupción del vínculo de estos pequeños que comparten lazos sanguíneos, puede dar lugar a nuevas angustias y posterior elaboración de duelos, dado que se está aboliendo (suprimiendo, eliminando) un aparte de su historia y de su identidad. Y sabemos, que para nuestra constitución subjetiva, es de suma importancia conocer cuál es la historia que nos precede, que luego hacemos propia.
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Adopción de niños con patologías
En primer lugar para poder desarrollar este apartado debemos definir el concepto de “discapacidad” y saber que en la actualidad para definirlo se utiliza el enfoque “biopsicosocial” que la define, desde el punto de vista relacional, como el resultado de interacciones complejas entre las limitaciones funcionales (físicas, intelectuales o mentales) de la persona y del ambiente social y físico que representan las circunstancias en las que vive esa persona. Incluye deficiencias, limitaciones en la actividad y restricciones en la participación. Denotando los aspectos negativos de la interacción entre un individuo (con una condición de salud) y la de los factores contextuales individuales (factores ambientales y personales).
Una discapacidad puede afectar al individuo desde su nacimiento, o bien aparecer en algún momento de la vida. Es por esto que existen distintos tipos de discapacidades: física, psíquica, sensorial, mental o intelectual.
Podemos decir en relación a esto que ya no se trata sólo de una problemática de “salud”, sino también de interacción con el medio.
Ahora bien, a la hora de inscribirse en el listado de adoptantes y cuando se presenta en el formulario la pregunta “¿aceptaría alguna patología?”… ¿qué nos ocurre?
Este ítem, dispara distintas ansiedades, fantasías y angustias que provocan que se replantee esta situación. Nos preguntamos ¿qué es una discapacidad sensorial?, ¿qué es una discapacidad permanente?, ¿qué es una discapacidad mental?, entre otras cuestiones.
Partiendo desde aquí, tenemos que tener en claro que no todas las discapacidades son para siempre, y que en algunos casos se trata de situaciones madurativas que se revierten con contención, amor y presencia (como el RAD), más allá del adecuado tratamiento. Por otro lado y teniendo en cuenta esta concepción en relación al déficit de interacción del niño y su entorno, podríamos pensar que los niños que se encuentran en adoptabilidad presentarían las consecuencias de la falta de apego que de algún modo es un tipo de discapacidad por el solo hecho de haber vivenciado distintas situaciones que han afectado su desarrollo, como ser: carencias afectivas en el inicio de la vida, situaciones traumáticas, así como también el pasaje por una institución, que deja marcas subjetivas que afectan el desarrollo del individuo.
Aún el diagnóstico más severo en circunstancias internativas, remite notablemente en un ámbito familiar capaz de generar apego.
Ahora bien, si tomamos la decisión de ahijar a un niño con alguna capacidad diferente, debemos saber que ésto conlleva un compromiso extra y un desafío como futuros padres a los que tendremos que enfrentar, así como también tiempos distintos a los de otros niños. Aun así los procesos psíquicos a los que nos enfrentamos como futuros padre no dejan de ser los mismos que si fuera cualquier otro niño, en los que el adulto debe hacer un trabajo de elaboración psíquica y duelo para poder iniciar este camino de ahijar a un niño con estas capacidades.
Creemos que si se decide este camino para ser familia, el atravesamiento del mismo, requiere acompañamiento profesional, que facilitará la preparación a la hora de ahijar a ese niño, niña o adolescente con sus particularidades que formara parte de nuestra vida, en la que no hay que perder de vista a este niño que tiene derecho a vivir en un medio familiar adecuado, en donde tengan un trato respetuoso en relación a sus particularidades subjetivas.
Para terminar y cabe citar un aviso periodístico en donde una pareja decide adoptar a un niño que tenía un problema salud, con pronósticos desfavorables. Estos papás, comentan que para poder recorrer este camino han tenido que romper estereotipos y armar una nueva imagen familiar, y poder atravesar duelos en relación a lo que no iba a poder hacer con su hijo, pero concluye diciendo : «Todo padre se ve atajando penales con su hijo. Sé que eso no lo podré hacer, pero sí podré hacer muchas otras cosas. Los chicos te enseñan cosas que de otra manera no descubrís»
Voluntad Adoptiva
La provincia de Buenos Aires cuenta a noviembre de 2015 con un total de 3.309 postulantes aptos.
Conforme datos aportados por la DNRUA (Dirección Nacional de Registro Único de Aspirantes a Guardas con Fines Adoptivos) la voluntad adoptiva de los postulantes de esta provincia es la siguiente:
La mayoría de los postulantes presentan una voluntad adoptiva acotada a niños/as pequeños y sanos. Esta cuestión plantea dificultades al momento de satisfacer el derecho de los niños/as y adolescentes en situación de adoptabilidad a tener una familia.
En ese contexto, cuando un niño/a o adolescente se encuentra en situación de adoptabilidad, desde el Registro Central se buscan postulantes aptos que tengan domicilio en la jurisdicción donde su expediente tramita (ello en pos de mantener su centro de vida). Si no se encontraran postulantes cercanos, se buscará en otras regiones de la provincia, para finalmente indagar entre todos los postulantes de la provincia de Buenos Aires.
Si aún no se hubiere detectado un postulante interesado, se dará intervención a la DNRUA que investigará entre todas las jurisdicciones adheridas a la Red Federal. Si aun así no se hallan inscriptos dentro del sistema dispuestos a incluirse en un proyecto adoptivo, se formalizará una convocatoria pública con difusión en distintos medios.
NIÑOS EN ADOPTABILIDAD en la actualidad
¿Por qué y Cuándo un niño “está en adoptabilidad”?
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Porque no tiene filiación establecida o sus padres fallecieron y se agotó la búsqueda de familia extensa. Esta búsqueda que tiene un plazo de 30 días y puede extenderse por 30 más.
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Porque los progenitores del niño deciden libremente que el niño sea adoptado. Decisión que tiene validez sólo después de los 45 días posteriores al parto.
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Porque se ha vencido el plazo de 180 días desde que se tomó una medida excepcional de protección de derecho (medida de abrigo), sin haberse revertido las causas que motivaron dicha medida.
Esta última situación, es la más habitual y se trata de los NNA alojados en los Hogares.
¿Por qué no todos los niños que están alojados en instituciones “van en adopción”?.
Según el marco normativo de la 13298: el objetivo principal del trabajo de los equipos debe ser que el NNA pueda retornar al seno de su familia de origen. Una vez transcurrido el plazo que la ley establece para esta medida (180), y no habiéndose podido restituir aún los derechos vulnerados en el seno familiar, los Servicios de Promoción y Protección (SLPPD y SZPPD) informan la situación y solicitan el Estado de Adoptabilidad, al Juzgado, sólo cuando no existe la posibilidad de que el NNA sea revinculado con su familia de origen y la adopción sea el único proceso que le permita garantizar el derecho de vivir en una familia.
Una vez determinado el estado de adoptabilidad, el Juez inicia la búsqueda entre los postulantes inscriptos en el Registro Local (manteniendo la prelación de la inscripción), donde el NNA tiene su centro de vida. En caso de no encontrar postulantes con el perfil adoptivo necesario, o por diversas cuestiones se considere necesario que el NNA deba salir de la jurisdicción, el Registro Local trabajará conjuntamente con el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines de Adopción.
Una vez seleccionado el legajo postulante, el Juez y su Equipo Técnico, mantiene entrevistas con el/los titulares de la postulación a fin de conocerlos y relatarles la situación del NNA. En caso de respuesta positiva, el Juzgado posibilitara la concurrencia a la institución donde se encuentra alojado el NNA para iniciar la VINCULACION.
¿Cómo son los niños que están en Hogares y en adoptabilidad?
Respecto a la distribución sociodemográfica de los NNA que se encuentran alojados en instituciones, es pareja su distribución por sexo, más no así por edad. Se observa una creciente a medida que aumenta el rango etario:
19% de entre 0 y 5 años
33% de entre 6 y 11 años
39% de entre 12 y 17 años
9% de 18 o más años
La mayoría de los niños en esta situación internativa, poseen hermanos en equivalente circunstancia (grupo de hermanos)
(Estas cifran son inversamente proporcional a las demandas de los inscriptos en el registro único de adoptantes)
Características
Teniendo en cuenta la historia vital previa, que hace necesaria la internación en Hogares (medida excepcional de protección de derechos/ medida de abrigo) y el dictamen del estado de adoptabilidad, podemos establecer ciertas características comunes a los niños que se encuentran es esa situación:
La mayoría de ellos han sido privados del cuidado y cariño “materno” en las primeras etapas de su vida. Han padecido una privación “maternal”: falta de ese contacto del niño con su “madre”, basado en el calor, la intimidad y la relación constante. No han podido construir EL APEGO, o han construido un apego inseguro.
¿Qué es el apego?
El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad, ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el vínculo).
El apego proporciona la seguridad emocional del niño: ser aceptado y protegido incondicionalmente.
El bebé –según esta teoría- nace con un repertorio de conductas las cuales tienen como finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la necesidad de ser acunado y el llanto, no son más que estrategias por decirlo de alguna manera del bebé para vincularse con sus papás. Con este repertorio los bebés buscan mantener la proximidad con la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se lleva a cabo (ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad desde la que explora el mundo.
La teoría del apego tiene una relevancia universal, la importancia del contacto continuo con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad a sus demandas están presentes en todos los modelos de crianzas según el medio cultural.
“Un niño que sabe que su figura de apego es accesible y sensible a sus demandas les da un fuerte y penetrante sentimiento de seguridad, y la alimenta a valorar y continuar la relación” (John Bowlby, psicólogo).
Esta privación emocional, es frecuente en las instituciones, por la propia dinámica; pero también puede darse en el propio hogar, previamente al ingreso, cuando la madre convive con el niño pero es incapaz de darle el cuidado y amor que requiere. Incluso, en una institución, el efecto de esta privación podría ser relativamente leve si se le atiende alguien con quien se ha encariñado y en quien confía. Aunque sí puede ser grave cuando la persona cuidadora es amable pero extraña a la vez para el niño.
Entre los efectos que conlleva esta privación maternal o déficit de apego, se encuentran la demora intelectual, del lenguaje, del crecimiento, dificultad para establecer relaciones con los demás, etc.,
Una de las consecuencias extremas de carecer de un vínculo normal afectivo durante la infancia es el trastorno reactivo del apego (RAD).
El RAD surge aproximadamente a los 5 años de edad y su característica esencial es que la capacidad para relacionarse socialmente con los compañeros y los adultos está distorsionada e inadecuadamente desarrollada en la mayoría de contextos.
Existen dos tipos de RAD:
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El RAD inhibido: es la falta persistente de iniciar y de responder a la mayoría de las interacciones sociales apropiadas para el desarrollo.
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El RAD desinhibido: muestra una sociabilidad indiscriminada o la falta de selectividad al escoger las figuras a las que se apegan (familiaridad excesiva con extraños a quienes les piden cosas y les demuestran afecto).
Los niños con RAD pueden demostrar una extensión amplia de cuestiones emocionales:
Síntomas depresivos y de ansiedad. Pueden manifestar ánimo inestable, pobre contacto visual, negación a establecer diálogo, etc. A su vez, en relación con la ansiedad, podrían ser frecuentes hábitos alimenticios anormales, dificultades para el uso del baño y escaso control de los impulsos
Comportamientos que buscan la seguridad. Para sentirse seguros estos niños pueden buscar cualquier apego (abrazarse a extraños, diciéndoles “te quiero”, “¿me llevas?” por ejemplo). Al mismo tiempo, pueden exhibir “comportamientos calmantes” por ejemplo la oscilación y golpeteo de la cabeza, o morder, rasguñarse o cortarse. Estos síntomas suelen aumentar durante épocas de estrés o de amenaza.
Agresión. La agresión, estaría relacionada con una falta de empatía o un mal control de los impulsos. Tienen dificultad para comprender cómo su comportamiento afecta a otros. Es por esto que con frecuencia se acompaña con una falta de emoción o remordimiento. Se hace presente una falta de “registro” del otro, manifestando de esta forma, las dificultades que ellos han tenido para ser “registrados”.
De la institucionalización a la adaptación familiar
Es cierto que en cualquier lugar donde los menores no reciban la atención que necesitan o no perciban que sus necesidades emocionales están satisfechas, sentirán una carencia afectiva.
Si bien, las instituciones preservan al niño de la vulneración de derechos, no son el ámbito ideal para su crecimiento, si lo pensamos en tiempos prolongados. Se les brinda la atención que necesitan en cuanto a satisfacción de necesidades y ejercicio de sus derechos, pero no es comparable a la atención que recibirían en un ámbito familiar.
Cuando el niño atraviesa su primera infancia sin consolidar el apego necesario, desconoce la manera de crear un vínculo afectivo y presenta cierto «desapego» a la familia. Por ello, durante la convivencia con los padres, estos deben hacer entender a los pequeños que la adopción es definitiva y que son especiales para ellos, que les van a proteger cuando tengan cualquier necesidad. Cuantas menos experiencias de apego haya vivido el niño, mayores podrán ser los problemas de adaptación y más paciencia deberán tener los padres (También se sabe que los niños que ya han tenido vínculos afectivos con los padres, que han experimentado el afecto, les resulta más fácil establecer un nuevo vínculo con los padres adoptivos). De nada sirve pretender que el amor surja desde el primer encuentro, el vínculo debe construirse.
Los niños y niñas que son adoptados se enfrentan a numerosos cambios que les pueden provocar trastornos de comportamiento y de las emociones. Se pueden presentar como niños hiperactivos con conductas que buscan llamar la atención, problemas de ansiedad, falta de expresividad, apatía, trastornos del sueño o incontinencia urinaria. A veces, tienen dificultades para hacer amistades o un lento progreso académico, mienten con frecuencia, pueden ser agresivos y llegan a creer que son autosuficientes, hasta el punto de oponerse a recibir cuidados de sus padres y madres adoptivos. Es necesario acompañar este proceso hasta que la familia se consolide, y se disminuyan las consecuencias de la carencia inicial del apego, pudiendo estar moduladas por otros factores como la continuidad de los cuidados parentales y el tipo y calidad de las relaciones que se establezcan.
El apego seguro o inseguro durante la infancia puede moldear muchos aspectos del desarrollo de la personalidad; como la sociabilidad, las predisposiciones emocionales, la autoestima, la confianza, la curiosidad o la independencia.
El apego seguro, durante el primer año de vida es un factor que instaura una buena relación entre padres e hijos que, en términos generales, predice una buena socialización, sobre todo en las primeras etapas del desarrollo. No obstante, la construcción de apego sigue siendo importantísima en las primeras adaptaciones individuales y sociales, y continúa construyéndose a lo largo de todo el desarrollo.
Equipo CITAA